No llegó a tiempo a casa y por eso se duchó apurado, comió rápido y apenas eligió un par de trapos para vestirse.
No disimulaba que se dormía.
No tenía cargado el teléfono.
No se perfumó.
La vió, fingió no verla.
No fumó marihuana.
Rio y sonrio como un niño, bailó desde el minuto cero, no resipró hondo.
Aprovechó el saludo de un amigo en común para saludarla, al hacerlo no tocó sus manos.
No mostró notarla ni tampoco a la camisa que la acompañaba.
Se cansó, cambió cocktail por jugo de naranja. No prendió un cigarrillo ni respiró hondo mirando el techo.
La madrugada avanzó y retirose.
Antes de escribir pensó: cuán fea una historia repleta de noes y qué cobarde el que los deja ahí puestos en su vida.
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